NIÑO HERIDO POR HUMILLACION - ADULTO CON MASCARA MASOQUISMO
La herida por humillación se abre entre el primer y tercer año de vida que es
cuando el niño comienza a ser consciente de su cuerpo físico y sus necesidades
fisiológicas. Surge si el niño siente que sus padres lo desaprueban o lo
critican lo cual afecta directamente a su autoestima y sobre todo si es
ridiculizado de alguna manera; si siente que sus padres se avergüenzan de él o
si siente que es él quien se avergüenza de sus padres; si algún tipo de abuso
se produce entre estas edades por parte de algún adulto en quién confía; si los
padres controlan excesivamente no ofreciéndoles al niño libertad suficiente
como para auto conocerse.
La defensa de ese niño es construir una personalidad dependiente,
dispuesta a hacer cualquier cosa por sentirse útil y válida, lo cual no hace más
que alimentar más su herida de humillación, ya que si los demás no lo reconocen
él tampoco lo hace. Esta máscara de masoquismo que el niño crea para no sufrir le provoca mayor
sufrimiento ya que niega sus necesidades y deseos, se auto controla y como
siente vergüenza de sí mismo se autocastiga antes de que alguien lo haga. Son
niños que se sienten culpables de su cuerpo y de su sexualidad, la que les
avergüenza y se obligan a ocultarse y la mejor manera que el cuerpo tiene de
esconderse es poniendo kilos por eso de adultos son personas con grasa corporal,
flacidez y sobrepeso.
Según Lise Borbeau es la herida más difícil de reconocer; ya que la
persona que la sufre le cuesta reconocer y darse cuenta que no se acepta tal y
como es y que siente vergüenza de sí misma, por lo que para compensar este sentimiento se
desvive por los demás, carga con responsabilidad que no les corresponden a sus
espaldas con el fin de ser aceptados y amados, sin darse cuenta que se rebajan
a si mismos porque lo disfrazan sintiendo falsamente que los demás no pueden
hacer esas cosas por si solos y que los necesitan.
La máscara masoquista hace que se infravaloren, que se acusen por
estar gordos, usan ropa que no les favorece, castigan a su cuerpo con alimentos
tóxicos que las hacen engordar aún más; el ego cambia su herida de humillación
haciéndonos creer que es entrega hacia los demás todo su comportamiento. De
modo inconsciente el masoquista busca hacer cosas para hacerse daño o
castigarse antes que otros lo hagan. Ayudará a los demás porque cree que no le
harán nada para sentir vergüenza, pero esas personas que ayuda abusarán de él en
algún momento y harán que se sienta doblemente humillado; de hecho es muy raro
que sea reconocido por todo lo que hace por otros.
De adulto la persona con herida de humillación suele presentar una o
varias de estas características: tiene exceso de grasa en tu cuerpo; le cuesta
expresar sus necesidades; es incapaz de asumir una crítica porque le hace
sentir menospreciado; se siente impotente muchas veces ante sus seres queridos
cercanos cuando deja que le echen la culpa de cosas que no hace y no sabe qué
decir o que hacer para defenderse llegando al punto de querer escapar de la
situación; cree que no es libre porque lo exterior lo limita; comete excesos de
algún tipo sea con la comida, bebida, drogas, trabajo; es muy sensual y sexual
pero no se permite reconocerlo y se avergüenza por eso; tiene dificultades para
expresarse aún con las personas que ama; es especialista en rebajarse y criticarse
a sí mismo; piensa que es pequeño y poco importante; está pendiente de las
necesidades de los otros y las antepone a las suyas propias; es hipersensible
cualquier cosa mínima lo hiere y hace de todo por no herir a los demás; si un
ser querido es infeliz se siente responsable y piensa que podría haber hecho
algo o dicho algo para evitarlo; se hiere a sí mismo no escuchándose; muchas
veces hace reír a los otros burlándose de sí mismo.
Si tienes varias de estas características sufres de esta herida y
cuantos más sean, más grande es.
La aceptación de esta herida es el primer paso para sanarla. Acepta
que en algún momento te sentiste avergonzado o humillado no significa que te
guste o que tú harías lo mismo; solo aceptas que te ocurrió y que tú mismo te
estas humillando ahora al no quererte ni cuidarte lo suficiente y haciéndote
sufrir innecesariamente por no aceptarte tal como eres.
La aceptación tiene que ser triple: aceptar que te avergonzaron y
humillaron, aceptar que tú te avergüenzas de ti mismo y aceptar que tú también
puedes avergonzar o humillar a los demás.
Vas a pasar por cuatro fases bien diferenciadas a lo largo de este
proceso de aceptación que son:
Fase de reconocimiento: reconocer que llevas puesta una máscara que
es la del masoquismo y es la que hace que te comportes como lo haces.
Fase de negación: aceptar que puede sobrevenir intentos de
resistencia, rebelión, negación y justificación por parte de tu ego. Tu ego
puede tratar de que no tomes conciencia de tu herida porque cree que si las ves
y aceptas te quitarás la máscara que la cubre y sufrirás.
Fase de asunción: asumir que fuiste humillado; asumir que la otra
persona es capaz de humillar y que tú tienes derecho a reprocharlo, a que no te
guste y a sufrir; asumir que tú eres capaz de humillar a los demás también.
Cuanto aceptes que eres capaz de humillar, cada vez lo harás menos.
Fase de regreso: regreso a tu origen. Ser tu mismo, volver a ser quién
realmente eres, sin la máscara del masoquista.
Para continuar sanando tienes que perdonarte a ti mismo por el trato
que te has dado todo este tiempo que estabas usando esta máscara y en segundo
lugar tienes que perdonar a los demás, porque las personas que te han herido
también padecen de algún profundo dolor, una o varias heridas que no saben que
tienen o experiencias que les han marcado; las personas que hieren lo hacen
desde sus propias heridas.
Estarás en plena fase de sanación cuando te permites y te tomas el
tiempo de averiguar tus necesidades antes de decir que sí a los demás, te haces
cargo de menos cosas ajenas y te ocupas de ti mismo, dejas de crearte límites y
te permites hacer preguntas sin pensar que molestas, cuando te atreves a decir que
no; cuando te das a ti mismo la libertad de vivir al máximo haciendo lo que
quieres cuando quieres sin tener miedo de hacer cosas vergonzosas. Cuando te
permites ser libre como deseas, sin sentir vergüenza o sentirte culpable, es
que estarás sanado de esta herida de humillación.
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