NIÑO HERIDO POR ABANDONO - ADULTO CON MASCARA DE DEPENDENCIA
El abandono es la segunda gran herida que se instala en nuestro ser
y para evitar que nos duela y que los demás la perciban se crea la máscara del
dependiente. La persona dependiente mantiene relaciones de dependencia
emocional y tiene tendencia a las adicciones. Hay que diferenciar entre
rechazar y abandonar; si rechazas a alguien lo repeles para no tenerle junto a
ti en cambio si decides abandonar a alguien te alejas, te marchas o tomas
distancia de forma temporal o definitiva.
El hecho de sufrir algún tipo de abandono durante la infancia es
determinante, tanto que se lo vive como un segundo nacimiento; en tanto el
primero fue doloroso pero esperanzador, el segundo supone “renacer” en un mundo
donde no nos sentimos amados y hemos de aprender a valernos por nosotros mismos
sufriendo la ruptura de un cordón umbilical que nos unían a un corazón, a unas
emociones y unas necesidades que debían ser satisfechas.
Quienes hayan experimentado el abandono en su infancia consideran
que la soledad es su mayor enemigo; se encuentran en constante vigilancia para
no quedarse solos, por lo que muchas veces son ellos quienes abandonan a los
demás o a sus proyectos como mecanismo de protección para no tener que revivir
esa experiencia; sería algo así como “te dejo antes que tú me dejes”. Su mayor temor es afrontar una separación, de
forma que viven las relaciones con inseguridad, miedo y recelo, siendo especialmente
vulnerables a crear vínculos de dependencia afectiva la cual les hace creer que
la causa de su tristeza y soledad interna depende del otro cuando en realidad
están en su interior.
La herida del abandono suele surgir entre el primer y tercer año de
vida del niño frente a diferentes sucesos como pueden ser el nacimiento de un
hermano; si está enfermo y tiene que ser hospitalizado; si los padres trabajan
y le dedican poco tiempo o si es dejado frecuentemente en casa de familiares o
a cargo de otras personas que no son sus padres; si uno de los padres está
enfermo y el otro tiene que atenderle con lo cual le quita tiempo al niño que
tiene que hacer cosas por sí mismo; si el progenitor del sexo opuesto es
demasiado reservado y ocupa poco espacio en la relación de pareja y tiene poco
interés hacia el niño en cuestión.
Es probable que una persona adulta con herida de abandono se haya
sentido rechazada por el progenitor del mismo sexo y abandonada por el del sexo
opuesto, en cuanto no hizo nada por evitar ese rechazo.
De adulto la persona con herida de abandono suele presentar una o
varias de estas características: tiene una sensación de incapacidad; propensión
a convertirse en víctima; continua
sensación de soledad; necesidad de apoyo y ayuda pero intentará demostrarle a
todo el mundo que es independiente y no necesita de nadie; le cuesta aceptar un
no por respuesta; es temerosa de la autoridad; es desconfiada; se sabotea a sí
misma pensando que no merece ser feliz y amada; tiene problemas de
codependencia por su necesidad de aprobación y reconocimiento; dan demasiado de
ellos mismos a los demás sintiendo más tarde que lo recibido no es igual a lo
invertido lo que les genera resentimiento; sufre de “reminiscencias
emocionales” en ocasiones cuando algo o alguien reactiva sus sentimientos de
abandono todo su mundo puede llegar a paralizarse; se preocupa excesivamente
ante los problemas; cuando algo que le divierte se acaba se siente abandonada;
llora con facilidad; se enfada con mucha frecuencia; siempre tiene la sensación
de ser poco querido; la emoción que vive de manera más intensa es la tristeza y
no entiende bien de dónde viene ya que es muy profunda y la siente en su
corazón; tiene un gran conflicto interior ya que quiere atención y respeto pero
por otro lado piensa que si los pide lo pueden abandonar por pedirlos y por eso
tolera situaciones aunque no las quiera; puede tener pensamientos suicidadas;
es muy empática por eso se siente responsable por la felicidad o infelicidad de
los demás especialmente de sus seres queridos; puede padecer agorafobia
especialmente si ha sido muy dependiente de su adre o se han sentido o sienten que son
responsables de ayudarla en su papel de madre; de las 5 tipologías de heridas
emocionales las personas que sufren esta herida de son las más sexuales y es
muy probable que desee más sexo de lo que quiere su pareja; utiliza la palabra
comer por ejemplo “me come la cabeza” o “el trabajo me come todo mi tiempo”.
Cuantas más características de las anteriormente mencionadas
reconozcas, más profunda es la herida de abandono y más tiempo hace que llevas
puesta la máscara que la tapa que es la dependencia. En el momento en que te
pongas en contacto y veas los problemas que causa tu dependencia vas a querer
tu independencia.
El primer y más importante paso a dar para sanar es decirte a ti
mismo “me acepto completa y profundamente, acepto el abandono”. Aceptar que te
sentiste abandonado no significa que te guste o que estés aprobando, significa
que aceptas que ellos lo hicieron y que tú mismo también lo estás haciendo: TE
ESTAS ABANDONANDO al renunciar a tomar las riendas de tu vida y buscar siempre
en los demás la respuesta con tu máscara de dependiente. El ego puede intentar
“engañarte”, ya que tomar consciencia de la herida de abandono y nos queremos
quitarnos la máscara del dependiente que nos lleva a comportarnos como si fuéramos
incapaces de hacer nada solos puede ser en un principio muy doloroso; tratará
de evitar el dolor mediante la negación y una falsa apariencia de estar curado.
Es fundamental aceptar la herida como parte de uno mismo para poder liberar
todos los sentimientos dolorosos atrapados; si negamos que estamos sufriendo no
podemos trabajar en sanarlo.
La aceptación tiene que ser triple y multidireccional: aceptar que
te abandonaron, aceptar que tú te abandonaste a ti mismo y aceptar que tú eres
capaz de abandonar a otros.
Vas a pasar por cuatro fases bien diferenciadas a lo largo de este
primer paso que son:
Fase de reconocimiento: reconocer que es una máscara lo que llevas
puesto, la del dependiente y que es ella la que te hace reaccionar o
interpretar así la realidad. Tu ego puede tratar de que no tomes conciencia de
tu herida porque cree que si las ves y aceptas te quitarás la máscara que la
cubre y sufrirás.
Fase de negación: aceptar que pueden sobrevenir momentos de
resistencia, rebelión, negación y justificación por parte de tu ego.
Fase de asunción: asumir que fuiste abandonado, que la otra persona era
capaz de abandonar y que tú tienes el derecho de reprocharle, que no te guste y
a sufrir por ese abandono; y a la vez aceptar que tú puedes abandonar también a
los demás. Cuanto más aceptes esta capacidad de abandonar que tienes, menos lo
harás.
Fase de regreso: regreso a tu origen. Ser tu mismo, volver a ser
quién realmente eres, sin la máscara de dependiente.
El proceso de sanación no será inmediato, notarás que estás
comenzando a sanar cuando prefieras estar acompañado pero no te importe estar
solo; cuando prefieras el apoyo de alguien pero perfectamente seas capaz de
hacer las cosas por ti mismo; cuando disfrutes de estar solo haciendo cosas por
y para ti. Te curas prestando especial atención a tu autoestima y siendo capaz
de perdonar y liberarte de ese pasado como quién corta el hilo de un globo
oscuro y lo deja ir. En primer lugar tienes que perdonarte a ti mismo por el
trato que te has dado todo este tiempo que estabas usando esta máscara y en
segundo lugar tienes que perdonar a los demás, porque las personas que te han
herido también padecen de algún profundo dolor, una o varias heridas que no
saben que tienen o experiencias que les han marcado; las personas que hieren lo
hacen desde sus propias heridas.
La memoria no puede borrar las tristezas que hayas pasado, pero
puedes darte a ti mismo calma y sosiego al tomar la responsabilidad de tu vida
y el compromiso de no abandonarte nunca a ti mismo.
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