¿QUIEN SOY YO?

La pregunta más difícil de responder para la mayoría de los seres humanos es una de apariencia muy simple, y es ¿quién soy yo?. La realidad es que muchas personas se quedan totalmente en blanco ante esta pregunta y cuando logran reaccionar, responden algo así como “Soy Juan, soy uruguayo, tengo 50 años, soy contador, tengo un hijo, vivo en Montevideo.” Analizando la respuesta, en realidad Juan no responde nada porque su nombre es algo que no ha elegido sino que nos fue impuesto al nacer, nuestra edad cronológica no depende de nosotros sino del año en que nacemos, nuestra profesión no hace a quiénes somos y así podría seguir desmenuzando esta respuesta hasta toparse con que nada en ella me dice quién es Juan.

A minutos de nacer un médico declara nuestro sexo y con ello de manera casi implícitamente nuestra orientación sexual, un poco mas tarde nuestros padres deciden nuestro nombre, el país en que nacemos determina nuestra nacionalidad, el entorno familiar decide si nos parecemos a papá o a mamá, alguien de ese mismo entorno familiar nos influye para convertirnos en hinchas de un cuadro de fútbol, nuestros padres planean nuestro futuro y nos transmiten que está bien y qué está mal basados en sus creencias y valores, dándonos pautas de vida que se complementan con las que nos dan mas tarde el sistema escolar y todas las personas que nos rodean en tanto crecemos y es así que crecemos pautados para defender una identidad que se nos impone y una serie de creencias y valores heredados, sin cuestionar nada.

Lo que no se nos enseña en todo este proceso es a saber quiénes somos, cuáles son los valores y creencias que realmente nos identifican, a vivir auténticamente, a saber cómo gestionar un conflicto entre lo que queremos y lo que nuestra educación nos ha dictado como “bueno”. De pronto, en algún momento de nuestra vida, nuestro “yo” (el yo más íntimo al que ignoramos o desconocemos) entra en conflicto con “la imagen de mí mismo” (lo que creo ser y lo que se me ha dicho que debería ser). Ante este conflicto optamos por proteger nuestra imagen antes de seguir nuestros deseos y eso genera crisis.

Cuando te preguntes ¿quién soy yo?: no te identifiques con tu cuerpo, no eres un cuerpo; no te identifiques con tu profesión, te dedicas a una profesión; no eres el esposo o la esposa de alguien, estás compartiendo tu vida con ese alguien; no te identifiques con tu ropa, no eres tu ropa tú usas esa ropa; no te identifiques con tu posición social, esa puede cambiar. Trasciende todo eso con lo que hasta ahora te identificaste y forman tu falso yo, tu "imagen".

Para construir nuestra propia y real identidad es necesario iniciar un viaje de auto-conocimiento, que va a estar plagado de preguntas antes de llegar a responder ¿quién soy yo?; los primeros pasos serán ¿Qué soy yo, de dónde vengo, qué quiero ser?, la autoestima jugará un importante papel ¿Me quiero mucho, poco o nada? ¿Soy lo que quiero ser? así como la auto-eficacia también entrará en juego ¿Soy capaz de ir dónde quiero ir? ¿Soy capaz de ser lo que quiero ser? ¿Tengo las herramientas para lograr ser quién quiero? 

Ante una crisis el camino más sano a tomar es prestar atención a ese deseo que viene de lo profundo, escuchar al “yo”. No temer a quienes somos, si reaccionamos de una manera que entra en conflicto con tu “imagen” de ti mismo no te disculpes diciendo “no era yo” porque sí eras tú viviendo una experiencia desde tu yo profundo. La clave para conocerte mejor es ponerte en contacto con tus emociones, sentimientos y pensamientos y actuar coherentemente con eso que te pasa sin ignorarlo. Usar el potencial de las emociones como portadoras de información, estar atento al tipo de pensamientos que generamos, sentir sin desasosiego y sin intentar controlarlo todo, dejar de estar haciendo fuerza para sentir calma porque eso es agotador, quema nuestra energía y no nos acerca a conocernos plenamente.

Para aprender sobre ti mismo puedes usar varios caminos. Uno de los más rápidos es examinando tu forma de pensar y cómo te hablas a ti mismo. Cada minuto al día estás pensando ¿qué clase de pensamientos son?. ¿Piensas bien de los demás o desconfías de las personas?. ¿Sueles ver el lado bueno o el lado malo de las cosas o situaciones?. La manera en que una persona actúa está directamente relacionada a la manera en que piensa.

Tomarte cada tanto una pausa, un café contigo mismo, y con una libreta responder sinceramente estas preguntas, sin juicios ni preconceptos del como deberías ser, será de gran ayuda.

¿Cuáles son mis puntos fuertes de carácter?.
¿Cuáles son mis debilidades?.
¿Veo a las personas con buena o mala actitud?.
¿Qué me enoja?. ¿Qué me hace feliz?.
¿Entiendo y presto atención a mis emociones?.
¿Soy consciente de mis pensamientos?.
¿De qué manera me relaciono con mis afectos?.
¿Te ves a ti mismo de una forma buena o mala?
¿Cuáles son mis valores?.
¿En quién me quiero convertir?.
Si no hubiera límites ¿quién sería?.

Otro paso para conocerte es hacer una lista de lo que no eres o no quieres ser o hacer. “No quiero trabajar tantas horas” dice de ti que quieres más libertad, “no quiero discutir todos los días” dice de ti que anhelas paz interior.

Saber quién es uno, es básico para saber hacia dónde queremos ir o saber si el camino que estamos transitando es el correcto y el que nos acerca a ser felices. Solo tú tienes la capacidad de elegir qué es lo mejor para ti cuando te conoces.

Conocerse a uno mismo es tomar serios riesgos, despertar del letargo en que la mayoría de las personas viven inmersas, arriesgarnos a valorarnos tal como somos con nuestros defectos y nuestras virtudes, abrazar nuestra sombra e integrarla, así como aceptar los conceptos de imperfección y finitud.

¿Estarías tú dispuesto a cuestionar todo lo que “crees saber”, todo lo que te han dicho, tod
o lo que te han enseñado, todo lo que has defendido para descubrir quién eres realmente?. ¿Te encuentras preparado para responder la pregunta ¿quién soy?.

Mariela Montenegro
Abril 2018

Comentarios

Entradas populares de este blog