¿PARA QUE ENFERMAMOS?.RELACION ENTRE EMOCIONES Y ENFERMEDADES


Cómo ya había detallado en el post “Las emociones y los estados de ánimo”, cada emoción tiene un efecto enorme en nuestros cuerpos, provocando reacciones químicas, estimulando algunos órganos e inhibiendo a otros. Cuando las emociones no son gestionadas en su momento y se prolongan en el tiempo, se convierten en estados de ánimo y estos estados de ánimo “nos tienen”, esto es que nos predisponen a transitar por determinadas emociones de modo más intenso, pudiendo lesionar órganos y hacerlos vulnerables a las enfermedades.

Normalmente cuando una persona enferma su primera reacción es buscar soluciones o remedios en el exterior en forma de medicamentos, tratamientos, cirugías o terapias que reduzcan los síntomas o los hagan desaparecer. La mayoría no tenemos consciencia de que hasta el 90% de cada dolor o enfermedad que sufrimos tiene un componente emocional, y que este síntoma o enfermedad viene a señalarnos que existe una zona conflictiva a 
resolver en nuestro interior. 

“Cuando en la antigua Grecia un esclavo sufría una dolencia, el médico le aplicaba un remedio que aplacara la molestia para que volviera de inmediato a sus labores. 
En cambio, cuando era un hombre libre el que recurría a sus servicios, el médico acostumbraba a retirarlo del mundo, lo enviaba a un lugar silencioso y tranquilo para que pudiera escuchar su cuerpo, observar sus procesos internos y entender así que quería decirle ese síntoma o malestar. 
Dra. Lourdes Tomas – “La salud, tu mejor talento”

El ser humano que alcanza su estado ideal es aquel que está alineado y vive de acuerdo a sus principios y escala de valores, concordando lo que siente con lo que dice y hace. Cuando enfermamos es que estamos dejando de ser nosotros mismos y estamos alejándonos de esta alineación. La enfermedad viene a hacer de “celestina” para acercarnos a esta alineación y recibe a cambio rechazo, rabia y odio, en lugar de ser vista como una maestra y nos odiamos a nosotros mismos por estar enfermos. La enfermedad no es una enemiga ni algo a suprimir lo más rápidamente posible. 
El Dr. Bach dice que “la enfermedad es un conflicto entre la personalidad y el alma” y Robert Dilt sostiene que “la enfermedad es una comunicación”. Enfermarnos es la forma que tiene el cuerpo de llamar nuestra atención cuando algo no va bien dentro de nosotros y en lugar de verla como una enemiga, deberíamos verla como una función necesaria para la preservación de nuestra vida. Cuando nos hacemos cargo de esos aspectos que estamos ignorando, la enfermedad comenzará a revertirse automáticamente. 
Las personas sufren y padecen males, síntomas y enfermedades por acumular resentimientos, vivir aferrados al pasado, cargar cóleras u odios, vivir para complacer a los demás, no aceptarse a sí mismos, cargar indebidamente con sentimientos de culpa y un sin número de emociones que les predisponen a determinado tipo de pensamientos que no controlan y que en algún momento son tan tóxicos para su cuerpo que este ya no tiene otra opción que manifestarse a través de síntomas o enfermando. Un médico puede revisar, recetar medicamentos, tratamientos, operar, extirpar órganos dañados pero solo el enfermo puede llegar a la raíz emocional del mal para poder erradicarlo. 
Si nos atrevemos a bucear en nuestro interior en busca de aclarar los propios enigmas y comprometerse con la solución de los mismos, estaremos acercándonos a la sanación. Cambiando nuestros pensamientos, surgen los sentimientos que nos llevarán a las acciones que cambiarán nuestros resultados. Nuestra vida es un reflejo de nuestro estado mental: si en nuestra mente hay paz, armonía y equilibrio lograremos una vida pacífica, equilibrada y libre de enfermedades. 
Cada parte del cuerpo expresa un síntoma emocional: una gripe representa lágrimas no lloradas que buscan salir; un dolor de garganta expresa cosas no dichas o una incapacidad de comunicar lo que te provoca aflicción; un dolor de cuello habla de tu rigidez ante el mundo; un dolor de rodillas de tu poca flexibilidad ante la autoridad y un orgullo que no quiere doblegarse; dolores de estómago hablan de problemas para digerir las situaciones en lo familiar o convivencia; la presión arterial sube cuando el miedo aprisiona tu interior; el dolor de cabeza te oprimirá cuando las dudas te atormenten. Conocer el trasfondo emocional de cada dolencia y aceptarlo contribuirán a tu crecimiento personal y a la resolución del problema raíz. 
El lado de tu cuerpo que sufre el padecimiento también da pistas de dónde se origina el conflicto emocional. El lado izquierdo del cuerpo es el receptivo, maternal y femenino de tu ser; en tanto el derecho es el masculino, luchador y orientado hacia el mundo exterior. La bioenergética nos habla de que en el lado izquierdo del cuerpo reflejamos las relaciones familiares significativas: padre, madre, hermanos, hijos; en tanto el lado derecho refleja las sociales: pareja, amigos, vecinos y trabajo. Prestando atención a sobre qué lado de tu cuerpo se presenta el síntoma, sabrás a que está vinculado si a lo familiar o a lo social. 
Si persistimos en culpar a la enfermedad, seguimos evitando nuestra propia responsabilidad de sanar la causa emocional de la misma y eliminar los síntomas. El papel de víctima puede parecer más cómodo, pero no refleja más que una falta de amor hacia nosotros mismos. 
Para tomar la responsabilidad de sanar, hay que abandonar ese papel de víctima de lado, dejar de estar peleado con la enfermedad y con uno mismo, aceptarla y preguntarse “¿qué me quiere decir?, ¿qué puede enseñarme?, ¿qué estoy ignorando?”; emprender el trabajo de entender que creencias nos mantienen prisioneros en un estado de pérdida de salud; no ignorar el enorme poder de las creencias, que tanto pueden enfermarnos hasta matarnos como salvarnos si las cambiamos por creencias positivas y emponderantes y entender que somos tanto los causantes de la enfermedad como los promotores de nuestra sanación.

Mariela Montenegro


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