LAS EMOCIONES Y LOS ESTADOS DE ANIMO

El término emoción viene del latín emotio 
que significa “aquello que te mueve hacia” o “movimiento o impulso”. 

La función de las emociones es adaptarnos a lo que nos rodea estableciendo nuestra posición con respecto a nuestro entorno, es por este motivo que las mismas sobrevienen en forma súbita y brusca de manera más o menos violenta y son más o menos pasajeras. Se desencadenan como una serie de reacciones psicofisiológicas ante estímulos inesperados como objetos, personas, lugares, situaciones, crisis, sucesos o recuerdos que llamaremos “hecho”. La emoción es siempre posterior al hecho, sin embargo ante el mismo hecho dos personas pueden transitar por emociones totalmente diferentes y esto se debe a que cada uno de nosotros es un ser único, que observa al mundo de manera única e interpreta los hechos de forma diferente.
Psicológicamente las emociones alteran la atención, cambian la conducta y guían la respuesta del individuo. Fisiológicamente se reflejan en las expresiones faciales, tensión en los músculos, cambios en la voz, ritmo cardíaco, sudoración, sonrojo, respiración agitada, dilatación pupilar y sistema endocrino a fin de crear un medio interno óptimo para un comportamiento más efectivo.
Los seres humanos somos una unidad coherente entre cuerpo, mente, emociones y lenguaje. Sin embargo, durante gran parte de la historia del ser humano se ha considerado esta respuesta emocional como poco importante siendo el campo de las emociones prácticamente inexplorado a lo largo de siglos, dándole mayor relevancia a lo racional ya que era considerado como apartado de la mente.
En tiempos mas recientes estudios han revelado que las emociones están fuertemente relacionadas con el lenguaje, el cuerpo, los sentimientos, pensamientos, estados de ánimo, nuestro hablar y a lo que SOMOS como individuos.
Nuestras emociones surgen durante los primeros meses de vida, cuándo aún no tenemos capacidad para expresarlas verbalmente y lo racional no está desarrollado; a esta temprana edad que ya tenemos la capacidad de experimentar emociones tan básicas como miedo, enfado o alegría.

Existen 6 categorías básicas de emociones
MIEDO: Es la anticipación de una amenaza o peligro y se manifiesta como ansiedad, incertidumbre e inseguridad. Pone al cuerpo en un estado de máxima alerta, repartiendo la sangre en lugares imprescindibles para tomar una actitud de escape. Su función es alertarnos, cuidarnos y protegernos. Si no lo escuchamos o lo negamos aparecen enfermedades como gastritis y si se prolonga en el tiempo se transforma en el estado anímico de temor constante o angustia.
SORPRESA: Se manifiesta como sobresalto, asombro y desconcierto. Las cejas se elevan para ampliar el campo visual y recibir más información sobre el acontecimiento que la provoca para elegir mejor cómo reaccionar. Es una emoción muy transitoria. Su función es orientarnos frente a una situación nueva.
AVERSION: Se manifiesta como disgusto, asco, rechazo y nos induce a alejarnos del objeto, persona o situación que nos provoca esta emoción. Nuestras fosas nasales se bloquean para facilitar la expulsión de lo que nos provoca aversión. Cumple la función de “rechazo higiénico”, de hacer que nos alejemos de lo que contamina nuestra existencia. Básicamente cuida nuestra supervivencia al mantenernos a una distancia prudente para no ser dañados.
IRA: Provoca rabia, enojo, resentimiento, furia e irritabilidad. El cuerpo manda la sangre hacia las manos preparándonos para atacar, se acelera la frecuencia cardiaca, se eleva la adrenalina. En algunos casos puede llevarnos a la violencia por eso se la considera una emoción mala, pero la verdad es que es esta emoción la que nos impulsa a tener fuerza y coraje para frenar los abusos y decir NO. La función de la rabia es construir lo que somos, marcar límites, construir nuestra cancha, defender nuestra dignidad, ir tras lo que es relevante y lograrlo. Si no se expresa se puede manifestar como enfermedad física y transformarse en el estado anímico del resentimiento.
ALEGRIA: Se manifiesta como diversión, euforia, gratificación, sensación de bienestar, calma, placidez y seguridad. Nos induce a reproducir lo que nos hace sentir bien. En niveles altos lleva a la euforia o al éxtasis.
TRISTEZA: Se manifiesta como pena, soledad, pesimismo. La energía del cuerpo disminuye y el metabolismo se paraliza a fin de adaptarnos y repararnos. Su rol es conectarnos con lo IMPORTANTE, viene a decirnos que hay algo que perdimos. Nos motiva a una nueva reintegración a nivel persona. Si se prolonga en el tiempo puede transformarse en el estado anímico de depresión.
Cuando una emoción en lugar de ser pasajera como debería, se prolonga en el tiempo, se transforma en un estado de ánimo. Los estados de ánimo nos tienen a nosotros, no somos nosotros quiénes los tenemos. Un individuo no puede evitar estar en un estado de ánimo y estos nos predisponen a transitar determinadas emociones. Cuando estamos en un determinado estado de ánimo, nuestro comportamiento estará signado por los parámetros que este estado de ánimo determina. Los estados de ánimo generan juicios automáticos y estos preceden a una acción y estas no serán las mismas si estamos bajo el influjo de la alegría, confianza y esperanza que si estamos bajo el influjo de la tristeza, resignación, desconfianza o ira. Dependiendo del estado de ánimo ciertas acciones son posibles y otras no, algunas posibilidades están abiertas y otras cerradas; el estado de ánimo también condicionará la forma en que se efectuarán las acciones. Cada estado de ánimo trae consigo su propio mundo; suponemos que el mundo es tal cual lo observamos y no nos damos cuenta que nuestro estado de ánimo cambia nuestra manera de observar lo que nos rodea y que las características positivas o negativas no pertenecen al mundo en si mismo, sino a como lo observamos influenciados por determinado estado de ánimo.
Existen muchos paradigmas (juicios dentro de una comunidad considerados como verdad sin necesidad de fundamento) relacionados a las emociones que dan por ciertas cosas que no son reales respecto a las mismas y condicionan la manera en que las vivimos.
• Una persona que nunca se enoja sabe liderar sus emociones
   Falso. El enojo tiene como función decir basta o poner límites. Si no nos enojamos,            
somos completamente manipulables sin identidad propia y sin individualidad.
• Las emociones son positivas o negativas
   Falso. Las emociones no son ni positivas ni negativas. Socialmente se le han atribuido        
valoraciones positivas o negativas a ciertas emociones. Las emociones no son ni                buenas, ni malas, lo son los juicios que se generan de ellas. Las emociones tienen como    función ayudarnos a modificar situaciones, hacernos saber que algo nos pasa y tenemos    que atenderlo. 
• Mejor no hablar de las emociones
   Falso. Si se quedan dentro nuestro sin expresar, nos enferman.

• Sufrimos por culpa de las emociones.
  Falso. Sufrimos por la interpretación que hacemos de esas emociones.
Para sacar provecho de lo que las emociones tienen para enseñarnos, nuestro trabajo es modificar el observador que somos, modificando el observador que somos podemos modificar el impacto que tiene en nosotros la emoción que se presente. Cuando se presentan es porque algo nos está pasando y no hay que reprimirlas sino vivirlas sin buscar explicaciones o clasificaciones porque al no ser racionales es difícil explicarlas; pero no debemos perder de vista que son una fuente de enorme aprendizaje sobre uno mismo.
Ver que nos pasa con la emoción que se presenta, darle la oportunidad sin temerles y aprender de ellas ya que las emociones no existen para hacernos daño sino para alertarnos de que algo pasa y que debemos atender.
Libérate de esos juicios sobre emociones buenas o malas; no permitas que alguien te diga que hacer con tus emociones porque esa persona te hablará desde su experiencia y lo que decidas hacer en base a su consejo no será el resultado de TU experiencia emocional sino de la de otra persona.
Al permitirte vivir plenamente todas tus emociones el único beneficiado eres tú mismo y tu autoconocimiento.
Cuando una emoción se hace presente, el primer paso es reconocerla “este hecho me hace sentir…”, después aceptarla “aparece por una razón” y finalmente investigar la razón por la que se hizo presente “¿qué me pasa a mí cuando aparece esta emoción?”. 
El reconocimiento de la relación entre emoción – cuerpo – lenguaje y conocimiento nos brindan posibilidades concretas de pensamiento y acción. Todas las emociones y la forma en que nos vinculamos con ellas son la clave de construcción de nuestra personalidad y según la relación (o no) que establezcamos con ellas y la forma en que las vivamos, desarrollaremos acciones y aprendizajes que seguirán configurando TU PERSONALIDAD, única e irrepetible, y esta tu personalidad es totalmente TU RESPONSABILIDAD.
Mariela Montenegro

Comentarios

  1. muy buen artículo. También me han gustado los anteriores. Pondré el link en mi página
    Edgardo MZ

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